MATAR A LA CIGÜEÑA.
Educar a los hijos en el plano afectivo es una de las tareas más
importantes de los padres. En torno a los 10 años -cuando todavía no se ha
producido la explosión de la adolescencia- es el momento adecuado para que
papá, con los hijos, y mamá, con las hijas, tenga una conversación en la que se
expliquen con claridad y sencillez el misterio de la vida, el sentido del amor
humano y cualquier duda que pueda surgir al respecto. Es muy importante que sea
así porque, si no, esa información la van a obtener de otras personas:
compañeros de clase, amigos más mayores, internet… y lo más seguro es que les
llegue una visión deformada. Normalmente, esa conversación dará algo de miedo y
surgirán excusas para no tenerla, pero no hay que delegar. Hay mucho en juego y
nadie lo hará mejor que los padres. Hay que matar a la cigüeña.
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