Para que los niños tengan un buen
desarrollo emocional, necesitan sentirse queridos y cuidados por sus padres;
sin embargo, un exceso de protección
puede traer más problemas que ventajas.
Es lógico que todos los padres
quieran lo mejor para sus hijos: los mejores alimentos, los cuidados médicos
más avanzados… pero bajo esta premisa algunos de ellos envuelven a sus niños
entre algodones. Los padres hiperprotectores, viven tan pendientes de sus
vástagos que ponen un celo desmesurado en sus cuidados y atenciones, ven
peligros donde no los hay y les ahorran todo tipo de problemas, pero a su vez
les privan de un correcto aprendizaje ya que no les dejan enfrentarse a las
dificultades propias de su edad de donde podrían extraer recursos y estrategias
que les servirían para su futuro.
Si el test te da positivo… no te
preocupes, lo más positivo es la realidad, pero debes tener en cuenta que… una
relación padres-hijos basada en la sobreprotección tiene más efectos negativos
que positivos ya que a los niños les costará mucho llegar a alcanzar su
madurez.
Hay que ser conscientes de que
van creciendo y deben ir separándose - como nosotros de ellos - para conseguir
una identidad propia. En muchas ocasiones, como cantaba Julio Iglesias,
conviene dejarles tropezar dos veces con la misma piedra. De los errores
siempre es posible aprender.