Es la sensación que
tienen los hijos cuando salen de clase el viernes por la tarde. Sábado y
domingo son días en los que se puede pasar algún rato agradable en familia y
descansar del ritmo habitual de la semana. Pero, ¡ojo!, descansar no quiere
decir no hacer nada, sino cambiar de actividad. Tenemos que evitar que nuestros
hijos afronten esos días como momentos en los que no hay nada previsto y uno
puede hacer lo que le apetezca. Por ejemplo, no tendría sentido que el viernes
no hubiera hora para irse a la cama y, por tanto, el sábado tampoco la hubiera
para levantarse. O que en el fin de semana no se dedicara algún rato a ayudar
más en casa. Es bueno enseñarles a aprovechar el tiempo también cuando no hay
colegio. Y, para lograrlo, hacer un horario para el fin de semana.