El viaje de ida lo pasamos como sardinas en lata o piezas de tetris bien colocadas, pero valió la pena. El sábado, en contra de lo que decían las previsiones meteorológicas, hizo muy buen día y nos fuimos a la playa a jugar al vóley y a coger cangrejos. Alex P. se consagró como experto cazador cangrejero atrapando algunos enormes. Después de comer cayó un monopoli que ganó Luis A. y volvimos a la playa, esta vez a cazar gaviotas liderados por Pisco.
El domingo fue el plato fuerte, la casa de Davides en Caravia, donde fuimos estupendamente acogidos. Su hermano nos dio una clase práctica sobre caballos, que además pudimos montar. La madre de Davides nos había preparado una exquisita comida con unos bollos preñados como ninguno habíamos probado, si no preguntarle a Santi M. y una tortilla de patata que podría ganar master chef. Todo 100% casero. De vuelta Juan LL nos explicó que “se puede vivir sin las pantallas”.
