martes, 30 de octubre de 2012

El virus de la pereza


El otro día en el club sucedió una extraña anécdota. Mientras estábamos hablando después de estudiar en el pasillo, un adolescente tenía un cordón del zapato desatado. Lógicamente, le dije: “Fulano, llevas un cordón desatado, te vas a caer” Contestación: “Ya lo vi, pero me da pereza agacharme”. Pero lo peor no es eso, es que ¡¡¡estaba sentado!!!
Claramente, la pereza es uno de los virus más expandidos, contagiosos y mortales del planeta. Pero, gracias a Dios, hay medicina para ello y está en el botiquín de casa: ser constante en la exigencia de cosas pequeñas. Así por ejemplo: levantarse puntual, no dejar ropa tirada, no poner los pies encima de la mesa del salón o del sofá, huir de la tendencia a la “horizontalidad”, que cumplan su encargo, que se vayan a la cama cuando toca, hacer la cama,  y el etcétera que pongáis vosotros.